26 nov 2007

Urpay Huachac, ¿Diosa de los Humedales?

Ávila, el célebre extirpador de idolatrías recogió en su crónica “Hombres y dioses de Huarochirí” el presente mito que lo transcribe Taylor en l987 y donde Rostowrowski encuentra interesantes explicaciones al momento histórico cuando los yauyos echaron a los antiguos habitantes costeños de las tierras que ocupaban arriba de los 1000 metros sobre el nivel del mar. Nosotros vemos en este mito una posible referencia al valor que supieron otorgar a los humedales los antiguos pobladores de nuestra tierra.
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Según el mito: Cuniraya andaba por la sierra enseñando a los pueblos a construir andenes y canales de riego, cuando en aquel tiempo vivía en Anchicocha una princesa llamada Cavillaca, la que por ser tan hermosa tenía muchos pretendientes pero a ninguno aceptaba.
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Cuniraya era conocido como un dios muy travieso; por eso cuentan que al ver a la princesa bajo la sombra de un lúcumo se enamoró tanto de ella que quiso poseerla, y por ello se disfrazó convirtiéndose en ave. Echó su simiente en una fruta de lúcuma y la dejó caer a los pies de la doncella que, sin saberlo, la comió y quedó embarazada.
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Cavillaca dio a luz un hermoso niño pero no sabía quien era el padre. Para averiguarlo, cuando el niño cumplió un año de edad, convocó a todos los curacas y a las huacas del lugar. Todos los señores concurrieron lujosamente vestidos y uno a uno les preguntó si era el padre de su hijo. Todos respondieron negativamente. Entonces Cavillaca dejó suelta a la criatura y le pidió que vaya hasta donde se encontraba su padre.
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El dios Cuniraya, que estaba presente, disfrazado como un pordiosero andrajoso, nada había dicho, pero el niño que andaba a gatas se desplazó entre los señores y apenas estuvo cerca de Cuniraya se le trepó por sus piernas.
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Cavillaca no soportó la desilusión al ver a un pordiosero como el padre de su hijo. Desesperada cogió al bebe y en loca carrera hacia las costas se lanzó al mar. Inútil fue el esfuerzo de Cuniraya de detenerla para poder mostrarle su verdadera apariencia. La madre y su hijo se ahogaron frente al palacio de Pachacamac convirtiéndose en una isla junto a un pequeño islote que le acompaña.
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Cuniraya, enloquecido por la pérdida de sus seres adorados; tramó venganza contra Pachacamac y buscó en el templo a su mujer y a sus hijas con la intención violarlas para calmar su infelicidad. La mujer se encontraba visitando a Cavillaca, ya convertida en isla y las niñas pudieron huir de Cuniraya transformándose en palomas. Desde ese momento llamaron a la mujer de Pachacamac: Urpay Huachac, que quiere decir la que pare palomas.
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Pero Cuniraya no aplacaba su ira. Lanzó todas las pertenencias de Urpay Huachac hacia el mar y entre ellas a los peces que sólo ella sabía criar en unos estanques cercanos al templo. Una vez en el mar, los peces se multiplicaron desde aquel entonces y Urpay Huachac fue considerada como la madre de los peces y de las aves que se alimentan de ellos.
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Redacción - Ilustración : Enrique Caravedo Pimentel
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URPAY HUACHAC
explicada por María Rostowrowski
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El culto a Urpay Huachac se rastrea no sólo en la costa central, sino en Chincha en una isla llamada con el mismo nombre de la diosa (Albornoz 1967:34; Rostworowski 1977ª: 265). En la sierra, correspondiente a los valles de la costa central, existió también el culto a Urpay Huachac, llevado quizá por los pescadores en sus trueques de pescado seco. Entre los habitantes de la serranías de las quebradas de Lurín y Lima eran adoradas las cinco hermanas de Pachacámac, siendo un a de ellas Urpay Huachac (Ävila-Taylor 1987, Cap 13)
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Es posible que Urpay Huachac fuese conocida en tiempos anteriores por otro nombre y que los pueblos serranos al adoptarla e incorporarla a sus cultos la llamasen como la que “pare palomas” por alusión a sus hijas convertidas en palomas. Entre los informantes de Ävila encontramos con frecuencia que los naturales daban distintos nombres a la misma huaca, según los ayllus y lugares de adoración.
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En Cajatambo adoraban a Urpay Huachac y a su hijo Auca Atama, mientras que en los ayllus de Nanis y Chama los tenían por fundadores de sus antiguos pueblos. Según su tradición ambos habrían venido del mar donde tenían su pacarina o lugar de origen (Rostworowski 1983:88).
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Con la adoración de Auca Atama se esperaba conseguir el aumento del género humano y el incremento de los animales y de las plantas alimenticias, todo relacionado con la prosperidad del hombre, de su ganado y de sus cultivos.
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A Urpay Huachac la adoraban bajo la forma de una paloma de hueso y entre las ofrendas que le tributaban estaba el mullu, concha roja de mares cálidos (Spondylus sp.). En la sierra, Urpay Huachac se convertía en la divinidad a la cual se dirigían para pedir lluvias y la permanencia del agua en las fuentes.
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Para una mejor interpretación del significado del culto a Urpay Huachac, podemos decir que éste marca dos etapas en el desarrollo de los conocimientos pesqueros: La primera etapa se relaciona con los peces existentes en estanques o lagunas, época en la cual se desconocía el uso de embarcaciones. Por ese entonces la pesca se efectuaba desde las playas y en las lagunas situadas a la vera del litoral, además, por supuesto, de la recolección de mariscos.
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La segunda etapa se refiere a la multiplicación de los peces en el mar y representa la adquisición de nuevas tecnologías después de la intervención de Cuniraya. Trataría de explicar el conocimiento adquirido para fabricar algún tipo de embarcación como los llamados “caballitos de totora”, las balsas de calabazas, los troncos de árboles o los odres de piel de lobos marinos inflados, lo cual permitió aprovechar mejor los recursos marítimos y aumentar sustancialmente la pesca (Rostworowski 1981).
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Esta interpretación del mito de Urpay Huachac es apoyada por las investigaciones de Llagostera (1979) en Chile. En el análisis de basurales arqueológicos está confirmada la existencia de una primera fase en la pesca efectuada sólo desde el litoral, luego se constata un posterior desarrollo que permitió el aprovechamiento de la fauna ictiológica alejada de la costa.
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Pachacámac y el Señor de los Milagros: una trayectoria milenaria (1992)
IEP Ediciones/María Rostworowski
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Ilustración : Enrique Caravedo Pimentel
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1 comentario:

  1. Interesante tema, que vincula nuestro pasado con el presente y futuro de los humedales como dadores de alimento para los seres humanos

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